El Barbudo británico y el nacimiento de una leyenda
Cómo un barbudo redefinió la historia de Schweppes
Hay campañas que trascienden décadas, y la de Schweppes con el Barbudo Británico es una de esas joyas del branding que me hizo enamorarme aún más de esta profesión.
Años 50. Imagina una marca como Schweppes, con más de un siglo de historia, tratando de entrar al mercado estadounidense, un terreno donde los consumidores lo tenían todo… menos tiempo para productos sin personalidad. ¿Qué hace Ogilvy? Va directo al corazón de la marca y encuentra a su alma: Edward Whitehead, el presidente de Schweppes. Sí, ese señor con barba que ni era modelo ni actor, pero que representaba lo que la marca quería transmitir: autenticidad, sofisticación y un toque de britanismo refinado.
Un genio entendiendo el alma de una marca
David Ogilvy Hizo historia. Y eso me impresiona porque no se trataba solo de vender una bebida, sino de contar una historia. Agarró a Whitehead, lo puso frente a las cámaras y lo convirtió en “El Barbudo Británico”, un personaje que representaba todo lo que Schweppes debía ser: auténtico, sofisticado y un símbolo de calidad.
La campaña no hablaba de tónica; hablaba de tradición. No mostraba sabores; mostraba clase. Y lo mejor de todo es que duró 18 años. ¿Cuántas campañas de hoy pueden decir lo mismo? Esto no es solo branding; esto es arte, coño.
¿Qué nos enseñó Ogilvy?
Para mí, esta campaña tiene lecciones que son oro puro:
- La personalidad lo es todo. Whitehead no era un modelo, pero era auténtico, y eso conecta.
- La consistencia crea legado. Mantener un mensaje claro durante años refuerza la identidad de la marca.
- El branding no vende productos; vende una experiencia. Schweppes no era una bebida más, era una invitación al buen gusto.
El impacto de esta campaña no solo se sintió en la percepción de la marca, sino también en las ventas. En una década, las ventas de Schweppes en Estados Unidos se triplicaron, consolidando a la empresa como líder en su categoría y convirtiéndola en un ícono global. Pasaron de ser una marca británica más a facturar cientos de millones de dólares, con un crecimiento que marcó un antes y un después en el mercado de bebidas premium.
Y es aquí donde entiendo por qué Ogilvy decía que “la publicidad es la madre de todas las artes aplicadas”. Porque lo que hizo no solo generó ingresos; convirtió a Schweppes en sinónimo de tradición, calidad y sofisticación.
¿Qué haría Ogilvy hoy?
Si David Ogilvy estuviera vivo, estoy seguro de que seguiría siendo el maestro de las narrativas. Imagino una Schweppes moderna, jugando en redes sociales con campañas que integren a su audiencia. Tal vez el “Barbudo Británico” sería ahora un influencer o el centro de una serie documental en Netflix, mostrando el arte detrás de la tradición.
¿Te imaginas el impacto?
“Lo clásico nunca pasa de moda”. Ogilvy lo haría y lo haría brutal.
La campaña de Schweppes en 2024: Un guiño al legado de Ogilvy
En 2024, Schweppes lanzó una campaña que resonó con su herencia clásica, pero adaptada al público moderno. Bajo el lema “Lo auténtico nunca pasa de moda”, la marca revivió la esencia del “Barbudo Británico,” actualizándolo como un influencer que encarna elegancia, tradición y autenticidad.
La campaña utilizó plataformas como Instagram y TikTok para narrar historias detrás del proceso de producción, conectando con las nuevas generaciones mediante reels cortos y estéticamente impecables. Además, se complementó con un mini documental en Netflix titulado “Schweppes: La historia del sabor británico”, que celebraba su legado mientras mostraba su compromiso con la sostenibilidad y la innovación.
Lo más sorprendente es cómo mantuvieron elementos de la campaña original de Ogilvy:
- Autenticidad: El protagonista sigue siendo una figura que encarna los valores de la marca.
- Sofisticación: El tono visual y narrativo sigue orientado hacia un público que aprecia la tradición y el buen gusto.
- Consistencia: Schweppes continúa posicionándose como un ícono de calidad, combinando historia y modernidad.
David Ogilvy, sin duda, habría aplaudido cómo la marca mantiene viva su esencia mientras se adapta a un mundo donde las redes sociales y el streaming dictan las reglas. Porque, al final, como decía el maestro: “El branding no es solo recordar, es reinventar lo que representas.”